“Puedes llevar al caballo al agua, pero no puedes hacer que beba” es un proverbio popular bien conocido por su sabiduría práctica. Sin embargo, algunos jinetes desafiaron esta noción, no solo llevando a sus caballos al agua, sino también empujándolos a participar en aventuras extremas a través del deporte único y extraño del clavado ecuestre. Este espectáculo, que se llevó a cabo en Estados Unidos desde finales del siglo XIX hasta la década de 1970, involucraba a jinetes, a menudo mujeres en trajes de baño, saltando con sus caballos desde plataformas de madera muy altas, a veces hasta 18 metros—el doble de la altura de los trampolines olímpicos más altos—en una piscina. Era una exhibición emocionante que cautivó a los espectadores durante décadas.
Los Orígenes del Clavadismo Ecuestre
El deporte del clavado ecuestre fue creado en la década de 1880 por un estadounidense llamado William Carver. La leyenda dice que en 1881, Carver cruzaba un puente sobre el río Platte en Nebraska cuando este se derrumbó parcialmente, enviándolo a él y a su caballo al agua. Este incidente lo inspiró a entrenar caballos para saltar, y pronto llevó su espectáculo de gira. La primera actuación pública tuvo lugar en 1894 en Kansas City, Missouri. El hijo de Carver, Al Floyd Carver, construía las torres de salto, mientras que su hija, Lorena Carver, se convirtió en la primera jinete en realizar estas audaces hazañas. En 1924, Sonora Webster se unió al espectáculo, convirtiéndose en la clavadista ecuestre más famosa de la historia. Realizaba de dos a seis saltos al día y se casó más tarde con Al Floyd Carver.
En 1928, el clavado ecuestre se había convertido en una atracción principal en el parque de atracciones Steel Pier en Atlantic City, Nueva Jersey. El parque ofrecía una variedad de números con animales, incluidos Rex el perro que hace esquí acuático, canguros boxeadores, osos bailarines, elefantes en bicicletas y gatos en un alambre. Sin embargo, el clavado ecuestre se distinguía como el espectáculo más emocionante. Los espectadores observaban asombrados cómo los caballos subían por una rampa empinada hasta la cima de la torre y luego se lanzaban al agua, con la cabeza primero, arrastrando a sus jinetes y nadando de forma segura hasta el borde de la piscina.
Controversia y Preocupaciones Éticas
A pesar de su popularidad, el clavado ecuestre suscitó críticas, especialmente de organizaciones de protección animal. Los detractores argumentaron que el deporte era cruel para los animales, creyendo que los entrenadores usaban métodos severos como golpes o descargas eléctricas para forzar a los caballos reacios a saltar. Los caballos, siendo criaturas salvajes por naturaleza, no se adaptan naturalmente al clavado, lo que hace que el proceso de entrenamiento parezca ir en contra de su naturaleza y poco ético. Además, los caballos realizaban estas acrobacias hasta cuatro veces al día durante la temporada alta, lo que despertó preocupaciones sobre su bienestar físico. Se hicieron alegaciones sobre lesiones internas, fracturas, contusiones y daños en las patas y la columna vertebral, acusaciones que los entrenadores y clavadistas rechazaron vehementemente. Insistieron en que los caballos eran queridos, disfrutaban de su trabajo y eran tratados como miembros de la familia. También afirmaron que ningún caballo era forzado a saltar contra su voluntad y que no había registros de lesiones graves en los caballos. De hecho, las lesiones solían afectar a los jinetes, con una media de dos lesiones al año. Uno de los incidentes más notables implicó a Sonora Webster, quien perdió la vista debido a un desprendimiento de retina provocado por un salto. Sorprendentemente, continuó saltando incluso después de quedarse ciega, impulsada por su pasión por el deporte.
El Fin de una Época
Con el tiempo y el aumento de la oposición de los activistas de derechos de los animales, la dirección del Steel Pier finalmente dejó de ofrecer los espectáculos de clavado ecuestre. Los intentos de revivir el deporte en 1993 y 2012 fracasaron debido a la violenta reacción del público, marcando el fin de este capítulo único y controvertido de la historia de los deportes estadounidenses.