A veces se dice que el verdadero tesoro se encuentra en el viaje, no en el destino. Esto fue cierto en un museo de Regina, Canadá, donde un conservador y miles de personas enfrentaron un desafío único que duró varios años: abrir una caja fuerte centenaria para descubrir su contenido oculto.
La historia comenzó en el año 2000, cuando el museo recibió una caja fuerte que databa de principios del siglo XX. Este cofre, con un valor estimado de alrededor de 1.000 dólares, había permanecido cerrado durante más de 30 años. Rob Deglow, el conservador del museo, creía que la caja podría contener documentos antiguos de una empresa, monedas o sellos. Sin embargo, debido a la dificultad para abrirla, Deglow recurrió a Internet para pedir ayuda. Publicó un mensaje en Facebook, pidiendo incluso a expertos en cajas fuertes que lo ayudaran a descifrar la combinación. El mensaje se volvió viral, atrayendo miles de respuestas de personas de todo el país que afirmaban conocer la combinación, pero ninguna de sus intentos tuvo éxito.
Después de muchos fracasos, un hombre de negocios ambulante de Ottawa llegó al museo, deseoso de ayudar. Pasó cinco horas escuchando los clics del mecanismo de la cerradura, logrando descifrar la mitad de la combinación. Lamentablemente, no pudo encontrar el resto de los números y se fue con las manos vacías. Sin embargo, el desafío lo intrigó tanto que regresó unos días después para intentarlo de nuevo. Esta vez, logró descifrar completamente la combinación y, con la ayuda de Deglow, finalmente abrieron la puerta de la caja fuerte.
Pero cuando pensaron que el desafío había terminado, descubrieron una segunda puerta en su interior, que requería una llave para abrirse. Esto significaba que comenzaba un nuevo rompecabezas. Negándose a rendirse, los dos hombres buscaron entre unas 40 llaves antiguas almacenadas en el museo, y finalmente encontraron una llave larga y plana que encajaba en la cerradura. Aunque no coincidía perfectamente, fue suficiente para abrir la segunda puerta.
Lo que encontraron dentro fue bastante sorprendente, pero no de la manera que esperaban. La caja solo contenía un clip de papel, que se estimó tenía alrededor de 50 años. A pesar de su antigüedad, no era diferente de un clip moderno. Aunque el descubrimiento estaba lejos de ser un tesoro, Rob Deglow destacó que la verdadera recompensa había sido el desafío en sí: la emoción de la búsqueda, la interacción con el público y el viaje en busca de resolver este misterio.