La NASA, reconocida por su trabajo pionero en la ciencia y exploración espacial, es una de las principales instituciones científicas a nivel mundial. Con miles de científicos, ingenieros, geólogos y técnicos contribuyendo a diversos programas de exploración espacial, la NASA está a la vanguardia en el estudio de planetas y la vigilancia de la Tierra. Entre este vasto grupo de expertos se encuentra un individuo llamado George Aldrich, quien dirige un equipo único con un papel inusual: oler todo lo que irá al espacio, ya sea dentro de la nave espacial o en compañía de los astronautas. Tiene la autoridad para aprobar o rechazar estos materiales para el vuelo. Aunque algunos pueden subestimar este rol, es crucial para garantizar el éxito y la seguridad de las misiones espaciales.
George Aldrich ha trabajado para la NASA durante casi 50 años, ocupando un puesto a veces llamado «Jefe de Olores» o «Nariz de la NASA». Aunque no es químico ni tiene un título universitario, Aldrich comenzó su carrera en el White Sands Test Facility en Nuevo México en 1973, justo después de terminar la escuela secundaria. Su padre trabajaba allí y le informó sobre los puestos temporales disponibles. Aldrich dejó su empleo anterior para tomar uno de esos trabajos temporales, convirtiéndose luego en bombero en el sitio. Su trabajo como bombero lo llevó a unirse al equipo pionero de probadores de olores de la NASA, y con los años, se convirtió en el líder de ese equipo.
Según Aldrich, este trabajo particular comenzó principalmente después de la catástrofe del Apolo 1 en 1967, que costó la vida a tres astronautas. En respuesta a esta tragedia, la NASA decidió realizar pruebas manuales en los materiales utilizados en las misiones Apolo en entornos naturales y con oxígeno al 100%. La Prueba 1, en términos de la NASA, evaluaba la inflamabilidad; la Prueba 7 examinaba la toxicidad, incluidos productos como cremas de afeitar y geles utilizados por los astronautas. La Prueba 6, que es el foco de este artículo, evaluaba los olores, ya que los olores inusuales o desagradables son indicadores tempranos de posibles problemas en el entorno circundante. Algunos olores también pueden causar efectos adversos en la salud, como dolores de cabeza, congestión, náuseas y somnolencia. Dado que los astronautas trabajan y viven en espacios reducidos, deben estar protegidos de cualquier olor desagradable o nocivo durante sus misiones. Por ejemplo, los rusos cancelaron una misión espacial poco después del lanzamiento debido a un mal olor en su cápsula. Aldrich y su equipo tienen la tarea de oler los materiales y certificar si son inodoros o potencialmente dañinos para los astronautas.
Como cualquier sentido, el olfato puede volverse menos eficiente si se sobrecarga. Aldrich explica que la NASA es consciente de este hecho y ha asignado una enfermera a su sitio de trabajo para revisar diariamente sus narices y gargantas antes de que entren en los laboratorios para comenzar a oler. Si un miembro del equipo muestra signos de nariz roja o dolor de garganta, la enfermera aconseja no trabajar hasta la recuperación. Los otros miembros continúan su trabajo siguiendo reglas estrictas: no deben ver los materiales, ya sean libros, equipos, tejidos, dentífricos, bolígrafos u otros, antes de olerlos. Entran en el laboratorio con los ojos cubiertos para evitar ser influenciados por la apariencia de los objetos. Aldrich recuerda una vez en que olió un material cubierto con un olor similar al de los dulces. Después de dar su evaluación, descubrió que era un material destinado al diseño de nuevos trajes espaciales para actividades extravehiculares. Una vez que terminan su trabajo diario, la enfermera regresa para verificar nuevamente las narices y gargantas de los participantes para determinar si el material ha causado efectos adversos.
Para evaluar el olor de estos materiales, los expertos utilizan una escala de 0 a 4, donde 0 indica ninguna olor y 4 representa un olor extremadamente fuerte. Aldrich menciona que cinco personas huelen cada material tres veces y dan su evaluación. Si un material obtiene una puntuación superior a 2,5, falla, y la NASA es informada de que ha superado la calificación aceptable. Sin embargo, fallar en la prueba de olor no significa necesariamente que el material esté completamente descalificado para el viaje espacial. Si el material es considerado esencial y no se puede excluir, la NASA utiliza diversas técnicas para minimizar el olor a un nivel aceptable para el viaje. Si no es crucial, se sigue la recomendación del laboratorio de olores y se excluye. La NASA prefiere a los humanos para estas pruebas en lugar de perros o narices electrónicas, ya que los humanos son mejores indicadores del impacto de algo en un astronauta. Aldrich explica que los perros no pueden describir cómo huele un olor, y aunque las narices electrónicas pueden detectar productos químicos específicos, no pueden informar si algo deja un sabor desagradable en la parte posterior de la garganta o en la nariz.
A lo largo de casi 50 años en este rol, Aldrich ha encontrado olores interesantes. Señala que los malos olores de los astronautas están entre los más difíciles que ha olfateado debido a los problemas de hinchazón en el estómago durante el vuelo, lo que lleva a malos olores por el uso de los baños en espacios reducidos y sus secreciones corporales debido a la falta de baño durante la misión, agravadas por la falta de gravedad. Sin embargo, agrega que no son los peores olores. A veces, un material en la Tierra puede tener un olor ligero y ser aprobado, pero una vez en el espacio, puede liberar un olor repugnante. Aldrich recuerda que la NASA envió algunas correas de Velcro para probarlas, con la expectativa de que el olor desaparecería con el tiempo. Sin embargo, una vez en el espacio, un astronauta abrió las correas, liberando olores muy desagradables, con una puntuación de 3,6 y 3,8 en la escala, lo que indica que eran extremadamente repulsivos.