La Brigada de los Venenos: El Experimento Secreto que Transformó la Seguridad Alimentaria

El camino hacia la ciencia médica moderna no ha sido tan fácil como algunos podrían pensar. Ha implicado numerosos estudios y experiencias difíciles para obtener los resultados esperados. Dado que la comida es una necesidad fundamental y clave para la salud humana, muchos individuos en Estados Unidos comenzaron a utilizar aditivos alimentarios y conservantes para evitar la descomposición de los alimentos, sin ninguna supervisión, debido a la falta de regulaciones federales sobre seguridad alimentaria en ese momento. Esta situación llevó a un científico estadounidense a abordar el problema y demostrar que estos aditivos eran extremadamente nocivos para la salud pública, pero de una manera poco convencional: supervisando uno de los experimentos más extraños con un grupo de individuos conocido como la «Brigada de los Venenos».

El Origen de la Brigada de los Venenos

La historia de la «Brigada de los Venenos» comenzó a principios del siglo XX, cuando Harvey Wiley, el químico principal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, había tenido durante mucho tiempo dudas sobre la idoneidad de muchos aditivos alimentarios y conservantes añadidos a los alimentos para el consumo humano. Sin embargo, no pudo probarlo de manera concluyente. Para validar sus preocupaciones y abogar por normas de seguridad alimentaria más estrictas, Wiley acondicionó una habitación en el sótano de su oficina, diseñada como un restaurante, con una mesa lujosa. Invitó a varios individuos saludables a participar en comidas preparadas con estos aditivos, de forma gratuita, bajo la supervisión de un chef de renombre llamado «Berry», quien había sido el chef personal de la Reina de Baviera. Wiley eligió específicamente a hombres para esta experiencia debido a su conocida aversión hacia las mujeres, creyendo que eran mentalmente menos capaces y no debían formar parte del estudio.

La Brigada de los Venenos: El Experimento Secreto que Transformó la Seguridad Alimentaria
Harvey Wiley Realizando un Experimento en el Laboratorio del Departamento de Agricultura

Junto con la supervisión de Wiley, los experimentos se llevaban a cabo bajo el pretexto de un «estudio de mesa saludable» en lugar de un «ven y come veneno». El proceso consistía en mezclar la comida con estos aditivos tóxicos, que eran comúnmente utilizados en esa época. Con cada comida adicional, la cantidad de estas sustancias aumentaba, permitiendo a Wiley observar sus efectos en la salud humana. Los participantes dejaban de comer cuando aparecían los síntomas, y luego pasaban a otra comida y otro veneno. La naturaleza inusual de estos experimentos atrajo la atención del reportero del Washington Post, George Rothwell Brown, quien escribió sobre el estudio de Wiley y los participantes, denominándolos la «Brigada de los Venenos».

La Naturaleza de la Brigada de los Venenos

La elección de Harvey Wiley para los 12 primeros miembros de la «Brigada de los Venenos» se basaba en su respeto por la ética laboral, su fiabilidad y su integridad. Una vez que aceptaron la oferta, juraron servir durante un año completo, consumiendo únicamente comidas preparadas en el Departamento de Agricultura y aceptando no demandar al gobierno en caso de efectos adversos, incluida la muerte. A lo largo de los años siguientes, se reclutaron 12 nuevos miembros para el estudio.

La Brigada de los Venenos: El Experimento Secreto que Transformó la Seguridad Alimentaria
La Brigada de los Venenos Liderada por el Científico Harvey Wiley

Las experiencias eran difíciles para los participantes. Debían medir regularmente sus signos vitales y peso antes de consumir las comidas, y proporcionar muestras semanales de cabello, sudor, heces y orina. Además de las tres comidas diarias cuidadosamente preparadas con aditivos tóxicos, los participantes no recibían compensación adicional por los problemas encontrados. A menudo, ni siquiera podían disfrutar de las comidas, ya que los aditivos y conservantes inducían vómitos. Los supervisores también enfrentaban sus propios desafíos, especialmente asegurándose de que la «Brigada de los Venenos» no pudiera identificar qué partes de la comida contenían el «veneno». Esta tarea resultó difícil con ciertas sustancias, como el «ácido bórico», que tenía un sabor metálico notable, lo que llevó a los participantes a evitar las partes de la comida que contenían esta sustancia. Para resolver este problema, Wiley y el chef comenzaron a dar a los hombres cápsulas de ácido bórico con sus comidas, lo que puso fin a las quejas sobre esta sustancia. Posteriormente, se descubrió que el ácido bórico era uno de los aditivos menos tóxicos utilizados en el estudio. A pesar de la continua investigación, como esperaba Wiley, la «Brigada de los Venenos» comenzó a sufrir dolores de cabeza, dolores abdominales y problemas gastrointestinales debido a las grandes cantidades de otros aditivos, incluyendo ácido sulfúrico, sal, formaldehído (utilizado para ralentizar la descomposición de la leche) y sulfato de cobre (utilizado principalmente como pesticida y antiguamente para dar color verde a los guisantes enlatados).

El Destino del Estudio

Al principio, Wiley era cauteloso con el interés de los medios y ordenó a los participantes no hablar con los periodistas. Sin embargo, el estudio y su naturaleza extraña atrajeron mucha atención mediática, lo que llevó a Wiley a ceder eventualmente, especialmente después de los intentos de miembros del gobierno, incluido el Secretario de Agricultura, que trataban de ocultar algunos informes sobre los peligros de estos aditivos para evitar pérdidas económicas y trastornos públicos.

En 1906, los esfuerzos de Wiley con la «Brigada de los Venenos» comenzaron a dar frutos cuando el Congreso aprobó la Ley de Inspección de Carne y la Ley de Alimentos y Medicamentos, entre las primeras leyes federales para establecer normas de seguridad alimentaria, originalmente conocidas como la «Ley Wiley». Tras estos éxitos, Wiley cerró su cocina en el sótano en 1907 y dejó su puesto después de varios años para unirse a una revista femenina prominente, Good Housekeeping, una decisión aún más sorprendente que el propio experimento, dado su conocido desdén por las mujeres.

En resumen, Harvey Wiley concluyó que pequeñas cantidades de estos aditivos y conservantes podrían no ser dañinas y, de hecho, podrían proteger al público de la descomposición de los alimentos. El verdadero problema reside en la acumulación de estas sustancias en el cuerpo con el tiempo. En cuanto a los hombres que participaron, aunque no se realizó un seguimiento a largo plazo, algunas fuentes indican que ninguno sufrió efectos secundarios crónicos o a largo plazo, cerrando así la experiencia que no hubiera sido posible sin las contribuciones de la «Brigada de los Venenos».

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