A pesar de los avances tecnológicos en el campo de las comunicaciones por satélite, estas todavía no son completamente fiables para los usuarios de Internet en todo el mundo. Por lo tanto, las conexiones físicas se realizan a través de una red de cables submarinos situados en el fondo de los océanos, que son responsables de la transmisión de la mayor parte del tráfico de datos, llamadas telefónicas e incluso transmisiones televisivas entre continentes a velocidades que se acercan a la velocidad de la luz. Estos cables tienen capacidades enormes, cada uno de ellos puede transmitir decenas de terabytes de información por segundo. Sin embargo, debido a las guerras de información actuales entre las grandes potencias, especialmente entre Estados Unidos y Rusia, la atención se ha dirigido hacia estos cables submarinos, especialmente después de que se observaran submarinos rusos cerca de ellos. Esto ha generado preocupaciones sobre si estos cables podrían algún día ser objeto de sabotaje.
Aunque la idea de sabotear cables submarinos es rara, la historia muestra que es una posibilidad. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, las fuerzas alemanas llevaron a cabo una incursión en una estación de cables submarinos en la isla de Fanning, en el océano Pacífico. Recientemente, ha habido especulaciones sobre un sabotaje intencional que condujo al corte de cables submarinos frente a la costa de Alejandría, Egipto, en 2008. Esto resultó en una interrupción del 70% de los servicios de Internet en el país, causando una significativa disrupción para los usuarios y grandes pérdidas financieras. Por lo tanto, la idea de sabotear cables submarinos está en la mente de muchos países en caso de conflictos con otras naciones, ya que bastaría con interrumpir unas pocas secciones para dejar la red completamente fuera de servicio en amplias áreas durante semanas o incluso meses.
A partir de esto, queda claro que la mayoría de los problemas que enfrentan los sistemas de cables submarinos no son de índole técnica, sino humana. Más allá del sabotaje intencional, las interrupciones también pueden ser causadas por proyectos de construcción locales, barcos que arrojan sus anclas sobre ellos, o incluso colisiones con submarinos, lo que puede causar disturbios significativos. En consecuencia, la vulnerabilidad de estos cables se ha convertido en una preocupación importante en los medios de comunicación, que se preguntan qué sucedería si estos cables submarinos se cortaran y si deberíamos preocuparnos por fallos naturales o sabotajes por parte de potencias hostiles u organizaciones terroristas. Las respuestas de los expertos no son del todo tranquilizadoras, pero tampoco pesimistas. Afirman que, aunque cada cable individual es vulnerable a varios riesgos, los cables tienen una capacidad mayor que el tráfico que manejan. Por lo tanto, cuando ocurre una interrupción, la información se redirige automáticamente a través de otros cables. Por lo tanto, la falla de un solo cable es poco probable que tenga un impacto notable. Sin embargo, si se sabotean varios cables, habría un problema real.
Esto no significa que los cables submarinos estén completamente desprotegidos. El Comité Internacional para la Protección de los Cables (ICPC) realiza esfuerzos para protegerlos, lo que ha llevado a que estén cubiertos con una armadura de acero y enterrados bajo el lecho marino cerca de las costas, donde las amenazas humanas son significativas. Esto proporciona un nivel razonable de protección. Sin embargo, en alta mar, donde la mayoría de los barcos no pueden llegar al corazón de los océanos y, por lo tanto, a los cables, estos solo están cubiertos por una fina capa de polietileno. Esto es lo mejor que se puede hacer, ya que es extremadamente difícil monitorear todos estos cables submarinos de manera exhaustiva. Desde el siglo XIX, las compañías de telégrafos han intentado lograr esto sin éxito, ya que el océano es vasto y las líneas son demasiado largas. Sería imposible detener cada barco que se acerca a los cables de comunicación importantes, ya que esto requeriría la creación de áreas restringidas muy grandes a través del océano, lo que interrumpiría considerablemente la navegación y tendría un impacto negativo en la economía.
Por lo tanto, podemos decir que los cables submarinos en los que todos dependemos para enviar todo, desde correos electrónicos hasta información bancaria a través de los mares, siguen siendo en gran medida no regulados y poco protegidos. Esto los hace susceptibles a diversas perturbaciones, algunas de las cuales pueden ser naturales debido a criaturas de las profundidades marinas o ventilaciones térmicas, mientras que otras podrían ser provocadas por el hombre. Sin embargo, la vastedad del océano les brinda una cierta protección en muchos casos. No obstante, los científicos afirman que, a pesar de estos desafíos, es difícil depender de cualquier alternativa a los cables submarinos en la actualidad, como los satélites o redes Wi-Fi que transmiten señales a través del aire. Los cables de fibra óptica son la tecnología de comunicación global más reciente, utilizando luz para codificar la información, y siguen siendo poco afectados por los cambios climáticos, ofreciendo una transmisión de datos más rápida y económica que otros métodos.