En junio de 1983, los estadounidenses se reunieron frente a sus televisores para asistir en vivo a la historia mientras la astronauta Sally Ride se convertía en la primera mujer estadounidense en viajar al espacio. Aunque este logro despertó un gran orgullo, no estaba completo para muchos, ya que sabían que ella no era la primera mujer en el espacio. Dos décadas antes, la astronauta soviética Valentina Tereshkova había hecho historia al realizar una misión en solitario a bordo de la nave espacial soviética Vostok 6, orbitando la Tierra 48 veces antes de aterrizar con éxito. Se convirtió en la primera y más joven mujer en el espacio, ocupando el décimo lugar en el ranking general de astronautas.
Valentina Vladimirovna Tereshkova nació en 1937 en un pueblo pobre a unos 320 kilómetros al norte de Moscú. Cuando solo tenía dos años, su padre murió en una batalla de la Segunda Guerra Mundial después de ser reclutado para trabajar en un tanque. A medida que la guerra se intensificaba y la invasión alemana se expandía por la Unión Soviética, la vida se volvía cada vez más difícil para sus ciudadanos. Tereshkova se describía a sí misma como una de las niñas de la guerra que no tenían juguetes. Al crecer, debido a la pobreza y al deterioro de la salud de su madre, no pudo realizar su sueño de convertirse en ingeniera ferroviaria. En su lugar, trabajó en una fábrica de neumáticos y luego en una fábrica textil para mantener a su familia.
A pesar de estas dificultades, Tereshkova intentó equilibrar su trabajo con su sueño, asistiendo a clases nocturnas y obteniendo un diploma en ingeniería en 1960. Durante ese tiempo, también se unió a un club de aviación, se entrenó en paracaidismo y realizó 160 saltos. Su pasión por el paracaidismo la llevó a decir: «Sentía que quería hacerlo todos los días». En esa época, la Unión Soviética estaba profundamente inmersa en la Guerra Fría, siendo la carrera espacial un aspecto importante de la competencia. Tereshkova estaba fascinada por la carrera espacial y sus noticias, especialmente después de ver a Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, en abril de 1961. El comentario de su madre sobre este evento fue: «Ahora un hombre ha volado al espacio; el próximo turno es para una mujer».
La carrera espacial siguió siendo una gran preocupación para Tereshkova, y las palabras de su madre resonaban en ella. Cuando se presentó la oportunidad, no la dejó pasar. Escribió al gobierno soviético ofreciendo su voluntariado para el programa de astronautas femeninas. En diciembre de 1961, Tereshkova fue una de las cinco mujeres seleccionadas para la misión. Debido al secreto soviético, no podía informar a su familia sobre su selección, lo que llevó a sus familiares a creer que ella estaba en un equipo especial de paracaidistas. Sin embargo, esto no era completamente falso, ya que el entrenamiento en paracaidismo también era esencial para los astronautas soviéticos, quienes necesitaban saltar de sus cápsulas espaciales al regresar a la atmósfera.
Durante los dieciocho meses siguientes, Tereshkova y otras astronautas femeninas pasaron por una formación intensiva. Además de simulaciones de vuelos espaciales, practicaron gimnasia para fortalecer sus cuerpos y pasaron días en cámaras de aislamiento para prepararse psicológicamente para el confinamiento. En junio de 1963, los soviéticos eligieron a Tereshkova para pilotar sola la cápsula Vostok 6. El 16 de junio de 1963, tomó un desayuno ligero antes de subir a la cápsula espacial para convertirse en la primera mujer en el espacio. Sus primeras palabras al lanzamiento fueron: «¡Oh cielo, quítate el sombrero—estoy en camino!».
Durante la transmisión en vivo de la misión, su familia descubrió lo que estaba haciendo. Tereshkova admitió más tarde que su madre estaba muy molesta por haberla engañado, y le costó tiempo perdonarla. En cuanto a su misión, Tereshkova dijo: «Cuando vi el planeta desde el espacio, me di cuenta de lo pequeña y frágil que es la Tierra y de cuán rápido puede ser destruida». Luego realizó una serie de pruebas planeadas en este entorno difícil, pasando un total de 71 horas en órbita antes de regresar a la atmósfera. Cuando la cápsula alcanzó una altitud de 7 kilómetros, Tereshkova saltó en paracaídas sobre territorio siberiano. Después de aterrizar a medio kilómetro de la cápsula, contactó al Primer Ministro soviético Nikita Jruschov para anunciar el éxito de su misión. Jruschov respondió que estaba extremadamente feliz y orgulloso de que una mujer soviética se hubiera convertido en la primera en volar al espacio y manejar un equipo tan avanzado.
La misión de Tereshkova marcó un gran triunfo para los soviéticos en la carrera espacial, superando el número total de órbitas de todos los astronautas estadounidenses combinados. Fue una victoria notable para ellos, especialmente ya que la NASA había prohibido a las mujeres unirse a los programas espaciales en las décadas de 1950 y 1960. Después de su misión, Tereshkova se convirtió en una de las figuras más famosas del mundo. Su boda con otro astronauta en noviembre de 1963 fue noticia mundial, al igual que el nacimiento de su hija en 1964, el primer niño del mundo nacido de padres que habían estado en el espacio. Posteriormente, nunca regresó al espacio y dedicó el resto de su vida a defender los derechos de las mujeres.
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, Tereshkova perdió su estatus político y dejó el programa espacial en 1997. Posteriormente, fue elegida diputada en la Duma Estatal rusa en 2011. En honor a sus logros, llevó la antorcha olímpica en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 y en Sochi en 2014. Sin embargo, en 2020 enfrentó críticas severas por apoyar una enmienda constitucional que podría permitir al presidente Vladimir Putin mantenerse en el poder hasta 2036. A pesar de la oposición significativa, Tereshkova se mantuvo firme, afirmando públicamente que sus críticos eran simplemente «antipatriotas». A partir de 2022, con 85 años, se cree que está retirada en Moscú.